Como hijo de la contradicción, además de ser un feroz « artista anti-tecnología », period dueño de un pequeño Datsun, y escuchaba a mis grupos favoritos de rock estadunidenses y británicos en mi Panasonic importado, a menudo mientras meditaba o hacía el amor, como una manera de « liberarme » de la socialización capitalista. Mientras tanto, el mexicano urbano promedio ya padece en mayor o menor grado los mismos padecimientos existenciales « primermundistas » generados por la alta tecnología y el capitalismo avanzado. Pero la vida en la aldea international ranchera está dominada por las contradicciones: a pesar de todo esto, aún son muy pocas las personas al sur de la frontera que están en línea, y aquellas que están conectadas tienden a pertenecer a las clases alta y media alta y están relacionadas con las profesiones corporativas y ejecutivas. Con la creciente disponibilidad de nuevas tecnologías en nuestras comunidades, la noción de « arte comunitario » y arte « político » o politizado está cambiando dramáticamente. La retórica utópica en torno a las tecnologías digitales, especialmente en California, nos recordó, a Roberto y a mí, a una versión higienizada de las mentalidades pioneras y de la frontera del Viejo Oeste, y también al culto futurista de principios de siglo por la velocidad, el tamaño y la belleza de la tecnología épica (aviones, trenes, fábricas, etc.) Dada la existente « fatiga de la compasión » en lo que se refiere al arte político y al arte que trata asuntos de raza y género, period difícil no ver esta filosofía del sentirse bien (o mejor dicho teosofía) como una salida atractiva a la aguda disaster social y racial que aqueja a Estados Unidos.
De hecho, las nuevas generaciones de mexicanos, incluyendo a mis sobrinos hip de la generación mex y a mi hijo de eight años que es completamente bicultural, están totalmente inmersos en y definidos por las computadoras personales, el Nintendo, los juegos de online video y la realidad virtual (aunque no sean dueños del computer software). Verbigratia: durante años usé monitores de online video como centros de mesa para mis « video-altares » en el escenario. Video of the year! Caterina Benincasa. Late evaluation – London Film Fest 2010 Day 5 – Leap Year / Ano Bisiesto. Cosas como televisores, radios de onda corta y hornos de microondas, y más tarde ionizadores, walkmans, calculadoras baratas, relojes digitales y cámaras de video clip, eran vistos por mi familia y mis amigos como alta tecnología, y su función era tan pragmática como social, ritual, sentimental y estética. Aquellos de nosotros que vivíamos al sur de la frontera digital fuimos forzados a asumir una vez más los desagradables pero necesarios papeles de los inmigrantes indocumentados, los invasores culturales, los tecnopiratas, y los coyotes (contrabandistas) virtuales. Como el mundo del arte premulticultural de principios de los ochenta, el nuevo mundo del arte large-tec asumió un « centro » incuestionable, y trazó una frontera digital dramática.
Atrapados entre un pasado preindustrial y una modernidad impuesta, seguimos siendo seres manuales homo fabers for every excellence artesanos imaginativos (no técnicos) y nuestra comprensión del mundo es estrictamente política, poética o metafísica en el mejor de los casos, pero definitivamente no científica. Lo que deseamos hacer es modificar el trazo de la cartografía hegemónica del ciberespacio « politizar » el discussion desarrollar una comprensión teórica multicéntrica de las posibilidades culturales, políticas y estéticas de las nuevas tecnologías intercambiar un tipo distinto de información (mito poética, activista, formativa, imagística) y esperando hacer todo esto con humor e inteligencia. En México, los pocos artistas con un « acceso » continuo a las altas tecnologías, que están interesados en este tipo de tecno-diálogo transnacional, con contadas excepciones, tienden a ser socialmente privilegiados, políticamente conservadores y estéticamente poco interesantes. Y las fuentes financiadoras que existen allá dispuestas a financiar este tipo de proyecto están claramente interesadas en controlar quién forma parte del experimento. Nuestro enorme televisor a shade, por ejemplo, estaba decorado de tal manera que cumplía la doble función de unidad de entretenimiento e involuntario altar posmoderno -estaba rodeado de nostálgicas fotos de familiares, flores de papel y un surtido de figurillas- igual que el inmenso equipo de sonido que estaba junto a la tele, con un amplificador, una grabadora de eight canales, two tocadiscos y 17 bocinas que tocaban todo el santo día una mezcla sincrética de música que incluía al compositor mexicano Agustín Lara, a Los Panchos (con Eddie Gorme por supuesto), Sinatra, Esquivel, Eartha Kit, cumbias tropicales, ópera italiana y rock an’roll (En este sentido, mi padre fue mi primer instructor involuntario del pensamiento posmoderno).
Lo puso en el centro del altar de su recámara y lo tuvo ahí -desconectado por supuesto- durante meses. Durante las vacaciones, regresar a visitar a mi familia con semejantes regalos me convertía ipso facto en un emisario tanto de la prosperidad como de la modernidad. Cuando me mudé a California (y por ende al futuro), solía comprar triques electrónicos de pacotilla para mi familia (En ese entonces no los calificaba como « de pacotilla »). Afortunadamente, mi familia jamás perdió su mágica forma de pensar y su sentido del humor en torno a la tecnología. Sin embargo, jamás hubo mención alguna de la soledad física y social, o del miedo al « mundo genuine » que impulsa a tantas personas a conectarse a la red y a aparentar que están teniendo experiencias « significativas » de comunicación o descubrimiento. El extraordinaire tecno-artista de overall performance El subcomandante Marcos se comunica con « el mundo exterior » por medio de una página de net muy conocida, patrocinada y diseñada por liberales canadienses (Para mí sigue siendo un misterio cómo es que sus comunicados llegan de la aldea selvática de « La Realidad », que aún no cuenta con electricidad, a su sitio en la purple de un día para otro). La lingua franca incuestionable period por supuesto el inglés, « el lenguaje oficial de las comunicaciones internacionales » el vocabulario teórico utilizado por los críticos estaba hiperespecializado (una mezcla de lenguaje de « software program », postestructuralismo remendado y psicoanálisis) y des-politizado (la teoría poscolonial y el paradigma de la frontera eran convenientemente pasados por alto) y si los chicanos y mexicanos no participaban lo suficiente en la purple, se debía exclusivamente a una falta de información o de interés (no de dinero o de tener « acceso »), o, una vez más, a que estábamos « culturalmente desadaptados ».